En tiempos en los que hay entretelones y aperturas casi minúsculas para abordar el reto de los programas de investigación - acción sobre los "procesos de transición al socialismo democrático" ( lo de democrático es sustantivo; es decir, democracia radical, participativa, deliberada y protagonica) habrá que insistir en que el socialismo burocrático - estatista no va pa`l baile. La "caricatura mediocre" o el "calco y copia" del "socialismo realmente inexistente" del siglo XX no tiene anclaje alguno en las demandas y aspiraciones de "democracia social y participativa" que se activaron en el país con el proceso constituyente de 1999.
Cierta claridad acerca de que cosa significa hoy "democracia socialista" y "socialismo democrático" implica una precisa demarcación política, intelectual y ético - cultural frente a todas las formas de regresión autoritaria y despótica de los socialismos reales del siglo XX. El código socio - semiotico del estatalismo deriva del imaginario jacobino - blanquista (las revoluciones de minorías en las que el legado leninista es parte de esta narrativa de su misión), y pretende sustituir desde la "verdad" y la "virtud" de los "revolucionarios profesionales" la experiencia, auto-organización y aprendizaje de las multitudes, movimientos sociales y clases subalternas, como actores protagonicos de las nuevas figuras de ciudadanía social y pluricultural.
una cosa es el liderazgo revolucionario, otra el vanguardismo estéril. Una dirección o centro político de conducción revolucionaria de los tiempos postestalinistas es justamente la viva expresión y prefiguracion de la radicalizacion democrática que se pretende constituir.
Como ha planteado actuialmente JAcques Ranciere, una cosa es la política emancipatoria, otra, la política, con su regla de obediencia ciega y disciplinada sumision. Una cosa es la viva activación del movimiento de movimientos, otra, su entrampamiento en maniobras cupulares de maquinarias políticas que aun no aprenden la lección del siglo XX: nadie quiere ya embarcarse en la nave del socialismo burocrático.
La emancipación entendida como la ampliación y profundización de espacios de libertad y liberación social, con base a una transformación sustantiva de las condiciones materiales y espirituales del capitalismo hegemonico (socialismo democrático / democracia socialista del siglo XXI), no supone sacrificar la potencia constituyente de la radicalizacion democrática en el altar del "socialismo de estado", tampoco de la real política de una social democratizacion reformista. He allí algunos obstáculos de los procesos de transición al socialismo participativo y democrático.
Un "Socialismo de Estado", en el cual las decisiones se ultracentralizan, sofoca la creatividad popular, el tejido social resulta permeado por una estrecha red de control político que mina la confianza y las solidaridades, que criminaliza la critica y hace desaparecer la propuesta no alineadas, incluso antes de que puedan aflorar.
Ninguna táctica de movilización (con agradecimientos paranoico - agresivo) puede legitimar cerrar filas hacia un pensamiento único de izquierda y querer controlar desde arriba el proceso de transición. Reducir la política del multiverso socialista a la lógica de lo blanco y negro estalinista, del amigo - enemigo de una polarización minoritaria que no permite mediaciones ni aprendizajes en el propio campo revolucionario es justamente sustituir la politica de masas por la politica interna.
No hay que vivir la dolorosa vivencia de la contradicción entre un discurso oficial "progresista" y una practica despótica para reconocer que el socialismo real del siglo XX ha quedado enterrado en el pasado. El chance del gran Polo Patriótico como pluralidad de movimientos en un gran movimiento nacional - popular de izquierda puede ser la bisagra para avivar la llama de las emancipaciones por venir.
Si el socialismo no es la mayor conjunción entre justicia social, igualdad sustantiva, inclusión, emancipación política y emancipación social, entonces, ¿no va pa`l baile?
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